Cualquier
día de la semana, 7 de la mañana, hombre de entre cuarenta y cincuenta años que
medio dormido está miccionando, orinando o simplemente meando.
Se
siente satisfecho él, con su esquijama, calcetines y zapatillas de invierno,
con los pelos (si los hubiera) alborotados, quizás balanceando suavemente el
cuerpo adelante y atrás, quizás en un alarde de sensualidad rascándose el
trasero…
Pero….¡fijate!,
perdida entre las legañas se ve una mirada de orgullo, de orgullo de joven
macho. ¡Fíjate!, tras esa casi imperceptible mueca chulesca se adivina una
sonrisa…
“Lo he
vuelto a conseguir, y esta semana ya van dos veces…toda la noche del tirón sin
levantarme a mear ni una sola vez...¡si es que estoy hecho un chaval!...jeje".