lunes, 2 de diciembre de 2013

Onomatopeya de un suspiro.

Que como un suspiro ha pasado una vez mas el maldito tiempo, que fue la semana pasada cuando, después de siete años haciéndolo acompañada, la peque pidió permiso para venirse sola del cole. Se jodió, se acabó otro de esos periodos que llaman etapas de la vida, se acabó el volver diario charlando sobre la suya, poniéndote al día de amistades nuevas, viejas, en formación o en entredicho, de sucesos alegres y problemas, de plantearse dudas, de preguntar y de darse cuenta que un padre no tiene respuestas para todo, de aprender juntos, de obligarte a recordar, de recordarte lo bonito que es escuchar…era uno de mis momentos del día y se acabó, era como una de esas referencias horarias que necesitan bebés y ancianos para orientarse en este lío que supone escuchar a un reloj y no al cuerpo y se acabó.

 Y una vez más he sido un autentico afortunado por poder disponer de ese tiempo y por tener claro que tenía que luchar por tenerlo. Y lo he pasado genial, que mancantao, que lo voy a echar de menos, que ese paseo ha sido un colaborador muy destacado en ese trabajo de profundizar esa arruga que yo llamo de la sonrisa, que he disfrutado una barbaridad, que he sentido mucho, muy intenso y muy variado, que fijaros si ha sido así que incluso un día me acobardé…

Y es que mi reparto mañanero de los pedidos de “Amigos ecológicos de Pedro, si el de Badajoz, Extremadura, España” había terminado, así que, como siempre que podía, fui a buscar a mi hija pequeña al colegio. Todo normal…por un lado padres y madres desfilando movidos por un interés común (evitar morir atropellados por esos cabrones que, montados en su coche y con el claxon permanentemente pulsado, aceleran a fondo en cuanto tienen un metro libre), por otro, motos y coches movidos también por un interés común (evitar atropellar a esos cabrones de padres y madres que todos los días homenajean a Fraga y al grito de “la calle es mía” cruzan por donde les sale de los mismísimos), por buscar algo raro quizás el sol lucía con un poco más de fuerza que días pasados, pero lejos de molestar se agradecía mucho pues sus rayos, después de una fría mañana, ayudaban a templar la piel evitando “cortes de cutis” innecesarios. Compré el pan, saludé a caras conocidas de verdad y a otras que solo lo son por la rutina y entré.

Ruido de niños…¡mucho ruido de muchos niños!

Me vio a lo lejos y como siempre nos sonreímos, mantuve mi mirada fija en ella mientras se acercaba, mirada de asombro un día mas por su facilidad de encontrar huecos imposibles en esa maraña de niños y adultos. Cuando por fin la distancia que nos separaba desapareció, nos dimos primero un beso, después la mano y salimos de allí rumbo a casa.

Recorridos los metros suficientes para dar tiempo a que los encabritados decibelios se relajaran y disminuyeran su intensidad, le pregunté (como siempre hago) y ella me contestó (como solo ella sabe hacer)

- “¿Qué tal el cole hoy?”.
 - “Muy bien papi”.

Tras estas dos frases apareció el silencio, un silencio que parece programado por ella, que apenas dura unos pasos y cuya única razón de ser quizás sea la de permitirme tomar aire para afrontar con garantías el tema del día,

- “Papi, ¿sabes?, hay días que me gustan mucho las clases de lengua y de ciencias”.
- “¿Ah si?, me alegro mucho hija, ¿Qué pasa, que hoy te han gustado mucho?”
- “Pues la verdad que si”.
- “¿Y que estás dando en lengua que te ha gustado tanto?”.

Sin despeinarse, sin titubear ni lo mas mínimo, hablando con una naturalidad como si de las Monster High  estuviera hablando con una amiga, como si en toda su vida no hubiera dicho otra cosa…

 - “Las ONOMATOPEYAS y eso”.

¡¡¡zas!!! (onomatopeya de lo que sentí y que me puso en guardia)

- “Si hija, las onomatopeyas son divertidas de aprender”.

Se me quedó mirando, complacida por darle la razón y a la vez expectante…¡¡estaba esperando la pregunta sobre la clase de ciencias!!.

 Este fue el momento en que me acobardé y en vez de preguntar fui cambiando de temas hasta llegar a casa.

¿Qué por qué me acobarde?, joder, pues porque después de escuchar la soltura con que dijo onomatopeya me dio miedo de hacer el ridículo si sacaba el tema de los neutrinos y eso.

Fin del relato… (onomatopeya de un suspiro)… fin de esos paseos.

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